BIENVENIDOS

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lunes, 10 de diciembre de 2012


CAMBIA TÚ PRIMERO


“Nadie puede convencer a otro de que cambie.
Cada uno custodia una puerta del cambio,
que sólo puede abrirse desde adentro“.

Marilyn Ferguson.


Todos, en algún momento de la vida nos planteamos la idea o la esperanza de cambiar a las personas con quienes tratamos, de acuerdo a nuestros gustos y preferencias, o según lo que creemos más conveniente. En ocasiones lo decimos y otras veces, simplemente, abrigamos la esperanza de que cambien. Consideramos que si los demás cambian, podríamos vivir mejor, que la convivencia sería más satisfactoria.

     A veces pareciera que los demás están equivocados, hacen lo que creemos no deben hacer, y no hacen las cosas como pensamos que deberían hacerlas. Es absurdo esperar que los demás actúen de acuerdo a nuestra manera de ser y pensar, de acuerdo a nuestras creencias. Cada cual actúa según sus propios criterios, formados por las experiencias vividas, y difícilmente cambiarán porque se les pida que lo hagan. Incluso, cuando se les demuestra que la información que tienen no es correcta y que les conviene cambiar por su propio beneficio, el cambio no se da en forma espontánea, si acaso se da, es en forma paulatina, y es porque no es fácil cambiar, a me­nos que exista un fuerte deseo por hacerlo, de adentro hacia fuera.

     La conducta de las personas es producto de los esquemas mentales que durante su vida han venido formando. Para que cambien, es necesario cambiar esos esquemas o mapas mentales, lo cual no es fácil y tampoco puede hacerse porque otro se lo diga. Es necesario adquirir nuevas creencias, elaborar nuevos pensamientos, formar nuevos paradigmas. Para ello debe tenerse la mente abierta y una verdadera disposición al cre­cimiento, a la comprensión de que hay otras maneras de comprender el mundo, que son diferentes y pueden ser mejores.

     A veces, nos incomoda encontramos con personas que no se comportan como creemos que deberían; sin embargo, debemos comprender que lo único que podemos hacer es cambiar nosotros y tratar de que su comportamiento no nos afecte, no nos quite la tranquilidad, la paz, el bienestar.

     En ocasiones, la conducta de las personas es producto de nuestra manera de ser respecto a ellas. Otras veces responde a esquemas que vienen desde su niñez, problemas que a lo mejor no han logrado superar y ahora a los 25, 30, 40 o 50 años, difícilmente van a cambiar, tan sólo porque se lo pedimos o se lo sugerimos. El cambio se dará cuando exista la motivación para hacerlo; nuestro cambio de actitud puede ser de gran ayuda.

     Si quieres que tu cónyuge cambie, cambia tú primero; si quieres que tus hijos cambien, cambia tú primero. Si quieres que tus padres cambien, cambia tú primero. Si quieres que tu jefe cambie, cambia tú primero. Así tendrías una larga lista de todas las personas que quisieras que cambien. Estas personas podrían cambiar..... si cambias tú primero. Haz la prueba y procura hacer los cambios adecuados.

     Para cambiar tu manera de ser, debes comenzar por cambiar tus paradigmas, que te han acompañado durante toda la vida, a lo mejor ya no son válidos, o existen otras opciones que dan mejores resultados. Si estos cambian, cambiarán tus pensamientos y el cambio de actitud, el cambio en tu conducta, vendrá por inercia; y tal­vez, sin darte cuenta, puedes hacer que los demás cambien. Procura que los cambios sean positivos.

     Pero... si no soy yo quien quiere cambiar, dijo Pedro. De acuerdo, tú no quieres cambiar, así como no quiere cambiar Juan, pero si tú cambias primero, Juan cambiará como consecuencia de tu cambio. Pero, ¿cómo voy a cambiar? -dijo Pedro. Analiza tu comportamiento y te darás cuenta que tienes el poder para cambiar, sólo es cuestión de que quieras hacerlo. Si logras cambiar, con el tiempo, Juan también cambiará. Lo importante es que hagas los cambios correctos. Prueba y verás.

     Cuando generamos cambios positivos en la vida, se da un proceso de renovación interior que nos va transformando en mejores personas, y si bien es cierto no detiene la vejez, sí ayuda a la jovialidad tan necesaria después de los 30.

     Se cuenta una antigua leyenda china en donde una joven llamada Sara se casó y fue a vivir con el esposo y la suegra. Después de algunos días, comenzó a tener dificultades con su suegra. Sus personalidades eran muy diferentes. Sara se irritaba con los hábitos de la señora que frecuentemente la criticaba o le estaba diciendo como debía hacer las cosas de la casa.

     Los meses pasaron, Sara y su suegra cada vez discutían más, peleaban constantemente, y de acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la  suegra y obedecerla en todo.
     Llegó un momento en que Sara ya no soportaba vivir con la suegra.

     Una tarde decidió visitar al señor Huang, un amigo de su padre, y pedirle ayuda para deshacerse de su suegra.

     El señor Huang después de oírla, tomó un paquete de hierbas y le dijo:
     Usarás estas hierbas, pero no de una sola vez, pues causaría sospechas. Deberás dárselas poco a poco, para que hagan el efecto lentamente. Cada dos días pondrás un poco en  su comida y para tener la certeza de que cuando ella muera nadie  sospeche de ti, deberás actuar de manera muy  amigable.

     Nunca discutas, ayúdala a resolver sus problemas. Sigue al pie de la letra todas mis indicaciones y verás que todo saldrá muy bien.
     Sara estuvo de acuerdo, muy contenta agradeció al Sr. Huang, y volvió apurada a su casa, para  comenzar el proyecto de asesinar a su suegra.
     Pasaron las semanas y cada dos días, Sara servía una comida especialmente  tratada a su suegra. Siempre recordaba lo que el Sr. Huang le había recomendado sobre evitar sospechas, y así controló su temperamento, obedecía  a la suegra y la trataba como si fuese su propia madre.

     Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada. Sara se llevaba muy bien con la suegra. En esos meses, no había tenido ninguna discusión, parecía mucho más  amable y lidiaba con ella con suma facilidad. Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas empezaron a tratarse como madre e hija.

     Un día, Sara nuevamente fue a buscar al Sr. Huang, para pedirle que le ayudara a evitar que el veneno matara a su suegra. Sentía que se había  transformado en una mujer agradable, y la amaba como si  fuese su madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que le di, decía Sara.

     El Sr. Huang sonrió y asintió con la cabeza:
     Sara, no tienes por qué preocuparte. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y  substituido por el amor, como producto del amor que tú empezaste a darle a ella.

     ¿Quieres que los demás cambien sobre algún aspecto determinado? Piensa por un momento en los cambios que puedes hacer tú, y    luego verás
que cuando tú cambias, los demás también cam­bian y las relaciones mejoran.

Los cambios deben darse de adentro hacia fuera, no es fácil, pero si se tiene voluntad, se puede lograr. Si quieres que otro cambie, comienza por revisar tus pensamientos, y trata de cambiarlos. Te darás cuenta que cuando tú cambias, los demás cambian. También comprenderás que no es fácil cambiar y más difícil aún, cuando son otras personas las que quieren imponerlo. Recuerda: siempre que quieras que otro cambie, cambia tú primero.



Sólo hay un lugar en el universo que puedes
estar seguro de poder cambiar:
“Tu manera de ser”


Tomado del  libro   COLLAR  DE PERLAS  II, Secretos para hacer  de su  vida un  viaje  placentero.

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