UNA TARDE
Una
tarde, buscando unos
porqué en los anaqueles del alma,
encontré cajitas empolvadas con recuerdos gratos,
otras con recuerdos
desagradables pegados con
resentimientos, despidiendo mal olor. Unos sobres de
colores tenues donde
guardaba dolor, joyeritos
unos con dudas, otros muy empolvados, con sueños
e ilusiones y un cofrecito donde
había tristeza y
desaliento.
Estaba
preocupada pues no
encontraba los por qué, tampoco encontraba
alegría, todo parecía tristeza, desánimo y
dolor.
Dispuesta a ordenar los
anaqueles comencé a botar los resentimientos, los recuerdos
desagradables, el temor, las dudas,
el dolor, la tristeza, el desaliento,
hice un solo paquete y los
tiré a
la basura. Decidí guardar
sólo aquello que la vida me volviera más
liviana. Pensé que los anaqueles
quedarían vacíos y fue entonces cuando
encontré unas bolsitas con perdón y muchas otras en las que
guardaba diferentes clases
de amor. Una bolsita
de alegres colores con
alegría y amistad. Entre
las bolsitas había mucha
risa que antes
no se dejaba oír. Una
bolsita de cuero estaba llena de fe,
un sobre
de color verde
estaba lleno de esperanza y un
sobrecito azul con
ilusión. Los cofrecitos
de los recuerdos desagradables
tapaban las bolsitas del perdón y las de los resentimientos cubrían
los de la fe, la
esperanza, la ilusión la
risa y el amor.
Ahora
los anaqueles están ordenados y ha surgido
un ambiente de paz,
tranquilidad, de fe, de
proyectos, sueños e ilusiones. Se ven ordenados, dan una muy buena impresión
y lo mejor es que dan tranquilidad y una paz difícil de
encontrar en otro lugar que no sea
mi interior.
Desde
entonces camino por la vida más
tranquila, más liviana, más serena, disfrutando cada día de
todo lo que me ofrece, tengo mayor fe en Dios, en mí misma, en
la amistad y en el amor.
Me
he sentido más contenta con la vida, soy
más tolerante, más comprensiva, vivo
mejor. Me he propuesto de tiempo
en tiempo ordenar los anaqueles,
para no guardar viejos rencores, egoísmos, dudas,
malos recuerdos o sinsabores.
Cada tres
meses o talvez dos veces en el
año, haré una revisión y voy a tirar todo aquello que me hace
daño, me desanima o me
hace la vida una carga pesada de llevar.
Iré por la vida, como turista disfrutando cada momento, poniendo lo
mejor de mí en cada cosa que haga y fijándome
en la bondad
que cada gente tiene.
Viviré mejor.
No importa
si son días, meses o años los que me falte por vivir, los viviré lo mejor que pueda, haré el bien, recordaré todo lo bueno que me ha
pasado. Perdonaré a quienes queriendo o
sin querer me hicieron algún mal,
y así me prepararé para el
encuentro con el Señor, con mi Padre que
me espera. Tomado de HISTORIAS PARA
EL ALMA….
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