CAMBIA TÚ PRIMERO
“Nadie puede convencer a otro de que cambie.
Cada uno custodia una puerta del cambio,
que sólo puede abrirse desde adentro“.
Marilyn Ferguson.
Todos,
en algún momento de la vida nos planteamos
la idea o la esperanza de cambiar a las personas con quienes tratamos, de
acuerdo a nuestros gustos y preferencias, o según lo que creemos más
conveniente. En ocasiones lo decimos y otras veces, simplemente,
abrigamos la esperanza de que cambien. Consideramos que si los demás cambian,
podríamos vivir mejor, que la convivencia sería más satisfactoria.
A veces
pareciera que los demás están equivocados, hacen lo que creemos no deben hacer,
y no hacen las cosas como pensamos que deberían hacerlas. Es absurdo esperar
que los demás actúen de acuerdo a nuestra manera de ser y pensar, de acuerdo a
nuestras creencias. Cada cual actúa según sus propios criterios, formados por
las experiencias vividas, y difícilmente cambiarán porque se les pida que lo
hagan. Incluso, cuando se les demuestra que la información que tienen no es
correcta y que les conviene cambiar por su propio beneficio, el cambio no se da
en forma espontánea, si acaso se da, es en forma paulatina, y es porque no es
fácil cambiar, a menos que exista un fuerte deseo por hacerlo, de adentro
hacia fuera.
La
conducta de las personas es producto de los esquemas mentales que durante su
vida han venido formando. Para que cambien, es necesario cambiar esos esquemas
o mapas mentales, lo cual no es fácil y tampoco puede hacerse porque otro se lo
diga. Es necesario adquirir nuevas creencias, elaborar nuevos pensamientos,
formar nuevos paradigmas. Para ello debe tenerse la mente abierta y una
verdadera disposición al crecimiento, a la comprensión de que hay otras
maneras de comprender el mundo, que son diferentes y pueden ser mejores.
A
veces, nos incomoda encontramos con personas que no se comportan como creemos
que deberían; sin embargo, debemos comprender que lo único que podemos
hacer es cambiar nosotros y tratar de que su comportamiento no nos afecte, no
nos quite la tranquilidad, la paz, el bienestar.
En
ocasiones, la conducta de las personas es producto de nuestra manera de ser
respecto a ellas. Otras veces responde a esquemas que vienen desde su niñez,
problemas que a lo mejor no han logrado superar y ahora a los 25, 30, 40
o 50 años, difícilmente van a cambiar, tan sólo porque se lo pedimos o se lo sugerimos.
El cambio se dará cuando exista la motivación para hacerlo; nuestro cambio de
actitud puede ser de gran ayuda.
Si quieres que tu cónyuge cambie, cambia tú
primero; si quieres que tus hijos cambien,
cambia tú primero. Si quieres que tus padres cambien, cambia tú primero. Si
quieres que tu jefe cambie, cambia tú primero. Así tendrías una larga lista de
todas las personas que quisieras que cambien. Estas personas podrían
cambiar..... si cambias tú primero. Haz la prueba y procura hacer los cambios
adecuados.
Para cambiar tu manera de ser, debes comenzar
por cambiar tus paradigmas, que te han
acompañado durante toda la vida, a lo mejor ya no son válidos, o existen otras
opciones que dan mejores resultados. Si estos cambian, cambiarán tus
pensamientos y el cambio de actitud, el cambio en tu conducta, vendrá por
inercia; y talvez, sin darte cuenta, puedes hacer que los demás cambien.
Procura que los cambios sean positivos.
Pero...
si no soy yo quien quiere cambiar, dijo Pedro. De acuerdo, tú no quieres
cambiar, así como no quiere cambiar Juan, pero si tú cambias primero, Juan
cambiará como consecuencia de tu cambio. Pero, ¿cómo voy a cambiar? -dijo
Pedro. Analiza tu comportamiento y te darás cuenta que tienes el poder para
cambiar, sólo es cuestión de que quieras hacerlo. Si logras cambiar, con
el tiempo, Juan también cambiará. Lo importante es que hagas los cambios
correctos. Prueba y verás.
Cuando generamos cambios positivos en la
vida, se da un proceso de renovación interior que nos va transformando en
mejores personas, y si bien es cierto no detiene la vejez, sí ayuda a la
jovialidad tan necesaria después de los 30.
Se cuenta una antigua leyenda china en donde una
joven llamada Sara se casó y fue a vivir con el esposo y la suegra. Después de
algunos días, comenzó a tener dificultades con su suegra. Sus personalidades
eran muy diferentes. Sara se irritaba con los hábitos de la señora que
frecuentemente la criticaba o le estaba diciendo como debía hacer las cosas de
la casa.
Los
meses pasaron, Sara y su suegra cada vez discutían más, peleaban constantemente,
y de acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a
la suegra y obedecerla en todo.
Llegó
un momento en que Sara ya no soportaba vivir con la suegra.
Una
tarde decidió visitar al señor Huang, un amigo de su padre, y pedirle
ayuda para deshacerse de su suegra.
El
señor Huang después de oírla, tomó un paquete de hierbas y le dijo:
Usarás
estas hierbas, pero no de una sola vez, pues causaría sospechas. Deberás
dárselas poco a poco, para que hagan el efecto lentamente. Cada dos días
pondrás un poco en su comida y para tener la certeza de que cuando
ella muera nadie sospeche de ti, deberás actuar de manera
muy amigable.
Nunca discutas, ayúdala a resolver sus problemas.
Sigue al pie de la letra todas mis indicaciones y verás que todo saldrá muy
bien.
Sara
estuvo de acuerdo, muy contenta agradeció al Sr. Huang, y volvió apurada a su
casa, para comenzar el proyecto de asesinar a su suegra.
Pasaron
las semanas y cada dos días, Sara servía una comida
especialmente tratada a su suegra. Siempre recordaba lo que el Sr.
Huang le había recomendado sobre evitar sospechas, y así controló su
temperamento, obedecía a la suegra y la trataba como si fuese su
propia madre.
Después
de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada. Sara se llevaba muy bien con la suegra. En esos meses, no había
tenido ninguna discusión, parecía mucho más amable y lidiaba con
ella con suma facilidad. Las actitudes de la suegra también cambiaron y
ambas empezaron a tratarse como madre e hija.
Un día, Sara nuevamente fue a buscar al Sr.
Huang, para pedirle que le ayudara a evitar que el veneno matara a su suegra.
Sentía que se había transformado en una mujer agradable, y la
amaba como si fuese su madre. No quiero que ella muera por causa del
veneno que le di, decía Sara.
El
Sr. Huang sonrió y asintió con la cabeza:
Sara,
no tienes por qué preocuparte. Las hierbas que te di, eran vitaminas para
mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado
fuera y substituido por el amor, como producto del amor que tú
empezaste a darle a ella.
¿Quieres que los demás cambien sobre algún
aspecto determinado? Piensa por un momento en los cambios que puedes hacer tú,
y luego verás
que
cuando tú cambias, los demás también cambian y las relaciones mejoran.
Los cambios deben darse de adentro hacia
fuera, no es fácil, pero si se tiene
voluntad, se puede lograr. Si quieres que otro cambie, comienza por revisar tus
pensamientos, y trata de cambiarlos. Te darás cuenta que cuando tú cambias, los
demás cambian. También comprenderás que no es fácil cambiar y más difícil aún,
cuando son otras personas las que quieren imponerlo. Recuerda: siempre que quieras que otro cambie, cambia tú primero.
Sólo hay un
lugar en el universo que puedes
estar seguro de
poder cambiar:
“Tu manera de
ser”
Tomado del
libro COLLAR DE PERLAS
II, Secretos para hacer de
su vida un viaje
placentero.
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